EL HOMBRE QUE JUGABA CON EL RIESGO
En
aquel tiempo estábamos detrás de un individuo que utilizaba tanto su trabajo
como su ordenador para subir pornografía infantil a Internet que compartía con
otros. Era un modus operandi bastante peculiar, ya que subía de todo tipo (de
niños, de niñas, light, dura...) sin un criterio, algo extraño en ese tipo de
delincuentes, que suelen tener sus preferencias muy definidas. Llegó a crear
hasta 38 perfiles diferentes en la misma web, que eran borrados
consecutivamente cada vez que los administradores de la misma detectaban los
contenidos que colgaba.
Cuando
por fin le localizamos hicimos algunas preguntas que nos tenían realmente
preocupados:
—Vamos
a ver, hijo, ¿no te dabas cuenta de que tus perfiles eran eliminados uno tras
otro?
—Pues
sí, pero me lo tomé como un juego y la cosa se fue desmadrando. En realidad
era... la excitación de hacer algo prohibido. Me gustaba y quería siempre un
poco más...
—Pues
para hacer cosas excitantes, lo mejor es el puenting, que además es legal.
—Ya,
pero no es lo mismo. Desde pequeño he jugado con lo prohibido...
—¿Qué
otras cosas prohibidas has hecho últimamente?
—Pues...
a veces robo bolis del trabajo.
Se
nos quedan los ojos como platos. Al mismo nivel está escamotear un bolígrafo
que compartir la foto de un niño violado...
—Y
—continúa, al ver nuestras expresiones— una vez fumé marihuana.
En
ese momento pensé que nos estaba tomando el pelo, pero no: su lenguaje corporal
indicaba que era sincero.
—Además,
de pequeño una vez crucé una autopista corriendo...
Nos
costó no prorrumpir en carcajadas, pero alguna sonrisa sí que se escapó. Si
alguien llega a estallar en risas, le seguimos todos sin remedio.
Su
lista de "maldades" era tan escasa como absurda. Estaba claro que el
interés por los menores era otro.
De
todas formas, el código penal no hace distinciones: bien sea por motivación
sexual, económica o "de riesgo", la pena es la misma: de 2 a 9 años
de cárcel.
por salame...
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