jueves, 24 de agosto de 2017

COMPARTIR VÍDEOS TERRORISTAS ES SER UN POCO TERRORISTA

De ETA solo le interesaba un mensaje: que dejaba de matar y que se disolvía. No escuché ni uno de sus “boletines”, de sus justificaciones para la barbarie.
Con los yihadistas me ocurre lo mismo. No necesito ver su último vídeo para saber lo que van a decir: que nos quieren matar más, que nos van a subyugar y que vencerán al final. Todos los terroristas dicen lo mismo en todas las ocasiones.
Lo que ya se sabe, no es noticia. Por eso, los medios no deberían hacer mención alguna a sus soflamas. Pero hay más.
Los terroristas, como ya hemos visto, tienen un propósito: que cambiemos nuestro modo de vida. Que nos guiemos por el miedo en nuestras acciones cotidianas. Para eso se sirven de dos herramientas muy poderosas: la acción directa y la propaganda. La repercusión de la primera es obvia. Las muertes traen dolor y consecuencias. La segunda depende de nosotros y solo de nosotros. Porque, de acuerdo, podemos ser personas formadas y frías y no dejarnos llevar por el pánico, pero si hablamos de ellos, si lo compartimos, otros lo leerán y sí caerán en la trampa. Algunos (normalmente los menos listos de su clase) caerán, además, en el odio general al diferente. Y, mira por donde, el DAESH habrá conseguido su objetivo. Sin mover (casi) un dedo.

Por eso, cada vez que hablas de esos vídeos, cada vez que los compartes, estás siendo un poco terrorista (porque siembras el terror). Y lo malo es que muchas veces se hace inadvertidamente, con buena intención.

martes, 22 de agosto de 2017

ATENTADOS: GUÍA DE BURROS PARA ENTENDER LA REALIDAD

En ocasiones siento no tener la claridad de mente de Arthegarn, una de las personas más sabias que conozco, para exponer con prosa preclara las realidades de la vida. Pero tampoco me considero tonto ni, por otro lado, un extremista. Eso último es fácil de saber si consigues que te respondan criticándote desde ambos lados del espectro ideológico, sea cual fuera el tema que se trate.
Por otro lado, estoy cansado de intentar llevar datos objetivos a quien no le interesa verlos. Más de una vez me he encontrado tecleando para borrar a mitad lo que estaba poniendo, porque mi interlocutor no me iba a entender. Y no iba a hacerlo por falta de capacidad intelectual, sino de ganas: están contentos con su visión de la realidad, que es simple y reduce todo a buenos y malos, los míos y los demás, blancos y negros.
El problema, queridos amigos, es que la realidad es muy complicada. Nada se explica como las películas infantiles y casi nunca es una persona la que marca la diferencia si hablamos de sucesos de importancia planetaria.
Los atentados de Barcelona van a necesitar un análisis profundo por los especialistas en Información (aquella parte de la Policía que lucha contra el terrorismo, no las Oficinas de Turismo, digo) para ver por qué una célula así no había sido descubierta, si se actuó bien o no, si las medidas preventivas eran suficientes y un largo etcétera. A toro pasado todo es fácil. Creo que fue el propio Arthegarn el que mencionó la Falacia del Historiador (o sea: analizar los hechos pasados con los conocimientos actuales, de forma que ahora resulta obvia la conclusión cuando, en realidad, en el momento de ocurrir, el evento solo era uno entre millones posibles). Yo tengo mi opinión, por supuesto, pero es solo eso, dado que mi información es parcial, no soy especialista en terrorismo —aunque tenga una formación en la materia superior a la mayoría de españoles— y no he participado en la investigación.
Sin embargo, hay una serie de obviedades que, al final, no me resisto a poner por escrito. Sé que quien las lea ya las va a saber y los que no las saben, no van a leerme. Pero oye, al menos me desfogo y dejo clara mi verdad. Y tal vez alguno sea ignorante por falta de información y no por elección y abra algún ojo.
1)    Los únicos responsables de un atentando son quienes lo cometen. Eso valía para ETA, para los grupos anarquistas y para los yihadistas.
2)    El terrorismo yihadista tiene su origen y explicación en el Islam. Sin embargo, esta religión, en especial el sunnismo, mayoritaria (80%) no está estructurada como el cristianismo, sino que cada cual interpreta el texto y su relación con Dios con bastante libertad. La inmensa mayoría de musulmanes NO son terroristas, NO comparten las ideas terroristas y se horrorizan como nosotros ante los atentados. Y he dicho “como nosotros”, que nos quedamos bastante fríos ante un coche-bomba en el Líbano, Indonesia o la India, pero nos afecta bastante más uno cometido en casa.
3)    El DAESH, como antes los talibanes y otros movimientos, imponen su visión radical y extremista del Islam por medio de una interpretación ultraortodoxa de la Ley Islámica. Aquí podríamos hablar mucho, mucho sobre leyes islámicas, castigos, etc, pero no es el propósito de este mensaje. Para eso, Yeyo —aun con ciertas ideas un tanto drásticas para mi gusto— es el especialista a consultar.
4)    El Islam, según su texto sagrado y la vida de Mahoma, no es precisamente “una religión de paz”. Pero, por otro lado, el cristianismo sí, según las enseñanzas del Nuevo Testamento, y en cambio fuimos muy beligerantes en el pasado. La mayoría de creyentes musulmanes no son violentos y su interpretación o seguimiento del Corán es bastante relajado. Por lo que dicen muchos cuando les entrevistan, apostaría a que ni siquiera lo han leído. Pero claro ¿cuántos cristianos han leído la Biblia? Yo mismo no la acabé hasta hace un par de años y aun así saltándome las partes más aburridas.
5)    Los musulmanes no son “una raza”, aun aceptando que tal concepto existiera. Tampoco tienen por qué ser extranjeros ni haberlo sido nunca. Hay muchísimos musulmanes que llevan más años siendo españoles que otros que se enorgullecen de serlo. Suelen haber nacido en Ceuta o Melilla, pero no necesariamente. Musulmán es quien sigue la religión del Islam, desde Cassius Clay a Jomeini, por citar dos musulmanes famosos que ni son árabes ni “moros”. Por tanto, no pueden ser “expulsados de España”. Porque son españoles. E inocentes.
6)    La reducción al buenos y malos es el verdadero juego del DAESH y otros grupos terroristas. Dividir. Enfrentar. Que uno no se relacione con su vecino musulmán. Que se aíslen en guetos. Así tendrán el caldo de cultivo que necesitan para sembrar el odio y conseguir nuevos adeptos. La vida es gris.
7)    Contra el terrorismo lucha la policía, con notable efectividad. Los ciudadanos hacen bien en manifestarse por la paz, en poner flores, en ponerse avatares con lazos negros y cualquiera otra manifestación de duelo y reconciliación. Porque ellos NO tienen que salir a combatir a los yihadistas. Porque no están preparados para ello. Porque ni siquiera saben dónde y cómo. La verdadera ayuda consiste en llamar al 091 si ven algo sospechoso o decidir si actúan o huyen si se ven envueltos en un altercado. Recuerdo ahora a los refugiados alemanes que redujeron, con la ayuda de una silla, a un atacante en Alemania. O a los estadounidenses y al británico que abortaron un ataque en un tren francés.
8)    La posibilidad de sufrir un atentado es nimia. Es ochocientas veces más probable que tengas un accidente doméstico que te cueste la vida a que la pierdas a menos de un yihadista armado. OCHOCIENTAS VECES MÁS PROBABLE. Creo que no quedan claros los números: por cada vez que te encuentres a un terrorista con cuchillo, habrás resbalado ochocientas veces en la ducha con resultado de muerte. Por ello, no debemos preocuparnos tanto de algo tan improbable ni, sobre todo, dejar que afecte a nuestra forma de vivir, porque si lo hace, ELLOS GANAN. No pueden conseguirlo de otra manera, salvo dividiendo a la sociedad y causando miedo.

9)    Y, para acabar, un consejo general: no des nada por supuesto. No te creas lo que diga cualquiera. Duda de tus conocimientos. Lee mucho. Infórmate. Lee opiniones diferentes. Recuerda a Unamuno “el nacionalismo se cura viajando”. Conoce a tus vecinos. No les margines. Verás que no son tan extraños. Y, sobre todo, NO TENGAS MIEDO DE VIVIR.