Cada
jueves veo la serie Policías en Acción, un programa de telerrealidad que emiten
en La Sexta, siguiendo la estela de la celebérrima "Cops" de Estados
Unidos. Es un recordatorio de lo mejor que tiene este Cuerpo, lo que me llevó a
opositar y a escoger este oficio: servicio al ciudadano y detención del
delincuente.
Luego,
por mi formación y mis deseos, he acabado en la BIT, donde soy feliz cada día.
Soy una de esas personas afortunadas que "no trabajan", porque hacen
exactamente lo que len gusta. Espero que dure mucho, mucho tiempo, porque eso
no se paga con dinero.
Cuando
yo empecé en este negocio ya tenía claro lo que me gustaba: Policía Judicial.
Investigar el delito, detener a los autores. Además, soy experto en ordenadores
(o lo suficientemente experto, al menos) y con conexión a Intenet desde 1995
(lo que me hace uno de los veteranos en España fuera de los académicos). Esas
dos cosas juntas me han servido para llevar ya diez años poniendo tras las
rejas a algunos de los pederastas más peligrosos y activos de este país (y, en ocasiones,
del extranjero).
En
mi trabajo va también una buena dosis de atención al ciudadano, incluso cuando
no son víctimas de un delito o la posibilidad de investigarlo es muy escasa.
Como dijo el poeta, "los policías viven los cinco peores minutos del resto
de ciudadanos". Hemos de tener sensibilidad. Respondemos decenas (a veces
cientos) de correos cada día y en cada uno el receptor debe sentirse lo
suficientemente bien después de tratar con nosotros. Por supuesto, hay algunas
(muy escasas) excepciones: los servicios de emergencias tienden a atraer a
personas con problemas mentales (especialmente esquizofrénicos paranoides sin
diagnosticar). Con esas personas es muy difícil razonar: están convencidos de
que les espían (a menudo, mediante "ondas cerebrales" emitidas por
los vecinos, los extraterrestres o los Estados Unidos) y, si no crees su
historia, es porque estás del lado "del mal". Es casi imposible
convencerles de que vayan a ver a un médico.
La
BIT, más aún la Sección de Protección al Menor, es un sitio especial. No se
parece a ningún otro, tampoco a otras unidades de Policía Judicial. Allí, más
que trabajadores, somos una gran familia; una muy bien avenida, por cierto. Hay
un respeto extraordinario tanto en horizontal como en vertical. La motivación y
la moral es muy alta... y los resultados también acompañan. La preparación,
además, también es muy alta: estamos al mismo nivel que los países de nuestro
entorno, incluso a pesar de tener (alguna vez) menos medios o menos personal:
lo sustituimos por nuestra capacidad de trabajo y de adaptación.
Como
os digo, cada día es especial, con una sonrisa desde la mañana y hasta el
final. Cuando estamos de operativo ese "final" puede postponerse mucho:
de madrugada o quizá tras el siguiente amanecer... pero no importa: la satisfacción
del deber cumplido y el saber que todos remamos en la misma dirección nos lleva
al cansancio satisfecho.
Es
difícil entender desde fuera en qué consiste esto. Que no vestimos uniforme ni
nos pasamos el día delante del ordenador: porque al "malo" hay que ponerlo
tras las rejas y eso no se hace por teléfono. Que los rápidos tecleos de las
películas no son más que una mal traída mentira, como tantas otras cosas.
una de las mayores gilipolleces vistas en TV
Además
están "los de siempre". Esos que, cada jueves, mientras ven la serie
que comentaba al principio de estas líneas, tienen tres únicas frases:
"Cuando apaleáis manifestantes no lo sacáis", "cuando os reís en
desahucios no lo emitís" y "all cops are bastards" (¿para qué explicar
nada?). Hace muchos años ya aprendí que no se puede argumentar con un fanático:
solo ven lo que quieren ver. Aún así, invitaría si estuviera en mi mano a
cualquiera de ellos a una semana junto a nosotros. Si viniese con la mente
abierta, quizá se iría con un concepto diferente de un trabajo fundamental.
En
fin... Tras este interludio, la semana que viene volvemos con anécdotas
divertidas, que esa es la idea inicial de este blog.
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