lunes, 10 de noviembre de 2014

Estereotipos internacionales de un policía viajero.

         En estos momentos escribo desde La Haya. Me encuentro realizando un trabajo en EUROPOL que me tiene aquí dos semanas. Formo parte de un equipo internacional con gente de varios países del mundo. Trabajamos hasta tarde todos los días y no me queda mucho tiempo para escribir. Hoy he sacado un ratito para contaros algo.
     Trabajar en la BIT implica, en la mayoría de los casos, mucho contacto internacional. En mi área, la lucha contra la explotación sexual de menores, el esfuerzo es conjunto y mundial: todos remamos en la misma dirección y con un éxito notable (aunque siempre hay lugar para la mejora). Escribir en inglés a diario, hablarlo a menudo y, de vez en cuando, un viaje a algún lugar como Alemania, Canadá, Francia, Holanda o Finlandia, por citar solo algunos de los que he recorrido por motivos profesionales. En ellos he estado con compañeros de todo el mundo y he aprendido mucho de sus formas y maneras.
         Salvo casos muy excepcionales (como dos tenientes coroneles, ambos mujer, de la Policía de la Moral iraní, que no se juntaban ni un poquito con los occidentales), hay un gran espíritu de simpatía en el que te das cuenta que las personas, después de todo, son bastante parecidas en todo el mundo, con aficiones, gustos y costumbres bastante intercambiables.
         De lo que me apetece hablar, no obstante, son los estereotipos (como todos, equivocados) que he encontrado juntándome aquí y allá. Como los “vikingos” (daneses, noruegos y suecos) que a cada ocasión se junta entre sí y, hablando cada uno su lengua, se entienden bastante, mejor que nosotros con portugueses e italianos, al parecer.
         En cambio, si ves a un grupo de personas mirándose a la cara en silencio, quietos en una esquina o paseando… sin duda son finlandeses. He llegado a creer que son telépatas. De verdad, qué gente más callada.
         Viajar te quita muchos mitos, como lo de que los nórdicos sean fríos hasta en el saludo. Para nada. Daneses, holandeses, franceses y muchos otros se abrazan cuando se ven o se despiden sin tener una especial relación, con muchos golpes en la espalda, al estilo varonil… porque los besos en la mejilla cuando hay mujeres implicadas también es corriente. Solo cambia la cantidad: dos entre francesas e italianas y tres para alemanas, holandesas y danesas. Las estadounidenses, por su parte, son más distantes, bien es cierto. Son de dar la mano y, por cierto, de las pocas que las dan con energía suficiente.
         Una de las costumbres más molestas que encontré en Canadá (en la zona de Quebec, no tanto en Ontario) es la de la gente en general (no policías) de caminar muuuy pegaditos unos a otros. Me da la sensación de que me intentan robar (o, al menos, soplar en la nuca). Claro que en el Norte en general (tanto de América como de Europa) la gente deja la cartera y el móvil encima de la mesa y no pasa nada… La sensación de inseguridad subjetiva es muy inferior a la que tenemos por aquí.
         Eso sí, la forma de actuar en los operativos varía muuucho de país en país. Esos que nos ponen a caer de un burro se llevarían un chasco al saber que en Reino Unido, por ejemplo, puedes acabar en el calabozo y condenado solo por faltarle un poco al respeto a un agente de la ley… y no te digo ya en Estados Unidos donde, además, son bastante contundentes. En general, en casi todo nuestro entorno, el respeto a la Policía es superior que en España.
         También tiene que ver con la idiosincrasia de cada lugar. En Montreal nos libramos de una multa por cruzar un semáforo de peatones en rojo por ser extranjeros, pero el chorreo de la oronda agente nos cayó. Yo hice lo que mejor se me da: agachar la cabeza y poner cara de bueno. Al poco, un tipo intentó robar a una señora y los dos primeros ciudadanos que pasaron, que ni siquiera se conocían entre sí, lo placaron hasta que llegaron los uniformados. Aún tengo que ver eso en España.
         Y a la hora de ser estrictos sin más, los alemanes se llevan la palma. En una pequeña ciudad alemana, cruzada por una carretera casi siempre vacía y de perfecta visibilidad, hay un semáforo. El autobús tiene una parada justo delante. En una ocasión, cuando estuve allí, había un nombre nerviosísimo porque se le escapaba el transporte y la luz estaba roja. Aunque no venía nadie, era incapaz de cruzar. Los hispanos llegamos y le adelantamos como si allí no hubiera impedimento alguno. Por su mirada, le costó entender que era físicamente posible cruzar la vía de esa manera. A los pocos días empezaron a hacerlo todos. Lo llamaban “cruzar a la española”, aunque también portugueses, italianos, griegos y franceses lo hicieran.
         ¿Y los españoles? ¿Cómo nos ven los demás? Pues principalmente, que solo nos relacionamos entre nosotros. Francamente, razón no les falta. Será por el escaso dominio del inglés que solemos tener, será porque somos gregarios como ovejas, pero no falla: si hay siquiera dos españoles entre ocho, empezarán a hablar en su idioma haciendo el vacío a los demás.
         Eso se podría atribuir también a los italianos, aunque la última vez que estuve junto a dos, no se hablaban entre sí y uno se juntó a los holandeses (más bien a las holandesas) y el otro se vino con nosotros.

         Y me queda hablar de Angola, donde pasé tres inolvidables semanas, pero eso es largo y lo dejo para otra entrada más adelante.

5 comentarios:

  1. "Equipo internacional de varios países" ¿De cuántos si no? (Pleonasmo) [Ni idea de por qué esta palabra]
    "Nombre nerviosísimo", será "hombre nerviosísimo". Por lo demás bien.

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  2. Eso pasa por no repasar lo suficiente antes de publicar. La redacción en general no es la mejor. Palabras que se repiten cada pocas líneas, construcciones muy sencillas...

    Lo del equipo internacional venía porque iba a dar más detalles de cuántos y por qué, pero después pensé que no hacía falta y al corregir pues se quedó así.

    ¡Gracias por leerme!

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  3. JAJJAJ, muy buena y clara descripcion... espero que algun dia quieras un poco de Turismo de aventura y te aventures por mis tierras!!!

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  4. "un tipo intentó robar a una señora y los dos primeros ciudadanos que pasaron, que ni siquiera se conocían entre sí, lo placaron hasta que llegaron los uniformados. Aún tengo que ver eso en España."

    Un amigo mio vio a un caco corriendo delante de un policía (al que iba dejando atrás) tras robar en una tienda. Lo interceptó e inmovilizó en el suelo hasta el que policía le puso los grilletes. Cosas así ocurren en España, creeme, aunque no salgan en la tele. Por cierto, a mi amigo le condecoraron posteriormente por esa acción.

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  5. Siempre hay excepciones, Joaquín... pero son solo eso. Es más normal que no solo no ayuden, sino que intenten ayudar a escapar al malo. En este país somos así.

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