miércoles, 25 de febrero de 2015

El Ministerio del Tiempo o la llegada de la madurez a las series españolas

         Después de la mediocridad de Alatriste y el fiasco absoluto de la prescindible Victor Ros, he de admitir que esperaba con tanto anhelo como miedo la nueva apuesta de RTVE, "El Ministerio del Tiempo". La premisa parecía original: un equipo preparado para resolver "incidentes temporales" que podrían alterar nuestro presente, formado por un soldado de los tercios del siglo XVI, la primera universitaria española, de 1880 y un camillero del SAMUR de ayer por la tarde...
         La serie ha aprobado con nota. Nota alta. Casi sobresaliente, digo. Los actores, salvo una Cayetana Guillén-Cuervo que parece un tanto hierática a veces, están soberbios, desde los principales hasta el último secundario. Las ambientaciones son sobresalientes. La primera escena en Flandes ya vale más que todo el escenario de Alatriste... y ese nivel no hace más que crecer en todo el capítulo. La parte del siglo XIX también está más lograda que diez Víctor Ros enteros.
         Aunque, sin duda, la parte sobresaliente la tiene la españolidad del asunto: muchas referencias son tan nuestras que fuera de aquí no tendrían sentido, empezando por el "improvisen" y acabando por el socarrón humor, otro de los grandes aciertos: desde la arrogancia de sacar las novelas del matachín revertiano, a los chistes sobre funcionarios. Cuidado hasta el detalle.
         Y es que esa raíz hispana la hace nuestra, porque el Ministerio está aquí y solo aquí, por un hallazgo único. La trágica historia del hallazgo, como la del fin del Empecinado o el destino previsto de Alonso Entrerríos son tan nuestras que no podrían ocurrir en otro sitio (salvo quizá Rusia) y esa mezcla de personajes reales y de ficción me ha ganado por momentos.
         Por supuesto, no todo son maravillas: la serie tiene sus fallos, que espero que se corrijan en próximos capítulos, lejos de ahondar en ellos. A partir de aquí puede haber algunos SPOILERS, por si no quieres leer más:
         El primero es de guión: ¿Se cuelan unos personajes de 1808 y se van llenos de información y lo único que te preocupa es una pistolita moderna? Es más ¿para qué la necesitaba en realidad? Lo que iba a hacer del mismo podría haberlo llevado a cabo con un sable o un trabuco y no cambiaba. Lo mismo que no veo la necesidad de traicionar al compañero...
         Los otros problemas son más serios, son de concepto y están asociados al viaje en el tiempo. Vamos a dejar a un lado las obvias paradojas y a suponer que se aplica el principio de autoconsistencia de Novikov.
         A partir de ahí: ¿las puertas siempre llevan al mismo momento temporal? Es decir, ¿la de 1808 les volvería a llevar a la misma mañana? Si es así, podrían usarla varias veces hasta que les salga todo bien. Si no es así, no sé cómo el bedel ha visto 50 veces el mismo partido...
         Otro problema: dicen que las puertas no viajan hacia al futuro, solo hacia el pasado... pero los visitantes del pasado, de hecho, acuden al Madrid 2015. ¿Cómo es posible, si para ellos no existe ese futuro? Entiendo que si te van a buscar desde el presente, como a los protagonistas, puedas ir con tu mentor, pero si lo haces por tu propia cuenta, contradices los principios que acabas de enunciar. ¿Aparecerán puertas de 2015 cuando lleguemos a 2020?
         Está también el problema de que cada personaje viva en su propia época y solo se reúnan para resolver las violaciones temporales: difícil. Es muy complicado (imposible) no estar influido por lo que has sabido y sabrás de tu presente, nuestro pasado.
         Por último, ¿cuándo ha aprendido Alonso a manejar armas modernas, si lleva tan solo un día en el Ministerio?

         A pesar de todas las pegas, espero entusiasmado el segundo episodio. Desde Galactica no me atrapaba así una serie.

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