jueves, 8 de enero de 2015

La serie de #Alatriste o "podría ser peor"

Ayer vi el estreno de la problemática serie de Alatriste que se ha marcado Telecinco (con el truquillo de empezar media hora más tarde y así poder pasar los anuncios) y, al acabar, me sentí bastante satisfecho: me entretuvo de principio a fin que, como dice Pérez Reverte, es de lo que se trata.


Y me entretuvo, sobre todo, porque el guión es sólido y se mueve por caminos conocidos para los que hemos leído al académico. Los personajes están bien diseñados y hay tres que resultan muy creíbles: El propio Alatriste, Sebastián Copons y la Lebrijana. El problema ¡Ay! son el resto... ¿A quién se la ha ocurrido poner a una rusa a hacer de María de Castro?


La sensación, en general, es que es una serie pobre, que no tiene apenas recursos y por eso tienen que sustituirlo con ordenador. Da la sensación de que casi cada decorado es falso y que se ha rodado con un croma. Solo algunos exteriores parecen "reales" (aunque de cartón piedra), en los que se nota que son siempre los mismos, que apenas hay dos calles preparadas. Pero eso no la hace mala. Lo malo es lo demás, la desidia, los descuidos...


Porque, como el autor ha reconocido, no han contratado a un asesor histórico... y eso se nota. Aunque los diálogos son correctos (al menos no es Águila Roja...), el vestuario chilla por los cuatro costados, las calles, más aún, con esa limpieza impoluta de todos los personajes, por pobres que sean) y el atrezzo en general es de chiste. El carromato (porque no es una carroza) de Angélica de Alquézar da grima y parece que se vaya a desmontar en cualquier instante. No es en absoluto histórico.


Lo mismo pasa con las espadas, traídas de saldo de algún sitio y que no son españolas en el siglo en que la esgrima patria dominaba el mundo (con su "Verdadera Destreza"). Las peleas, sin embargo, son decentes. No hay que buscarle una técnica depurada, porque entonces nos vamos a desencantar, pero sí son entendibles y claras, que es más de lo que otras series históricas pueden decir.
Otro de los aciertos es la adecuada recreación de la mayoría de personajes históricos, desde el Conde Duque de Olivares a Quevedo... aunque de éste último me pregunto yo dónde se ha dejado la cojera... Y no me creo que una niña de 11 o 12 años, que no tendrá más (Angélica), manipule a su padre y a la Corona de esa manera. Pero en fin...


Luego están los escenarios: el lupanar del principio encajaría más en Juego de Tronos que en la España del XVII y, encima, se esfuerzan en no mostrar ninguno de los obvios desnudos que han puesto. O sea: ni lo uno, ni lo otro... La taberna de la Lebrijana, por su parte, parece que le sobra el dinero, porque en plena noche, con el garito cerrado, hay como 30 velas y una antorcha encendidas... ¿para qué? ¿para quién?


En resumen: podría haber sido peor porque, como he dicho al principio, por lo menos me ha entretenido.

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