Tampoco
es que sea nada importante, pero hoy me hace ilusión contarla. Además, si a
alguno os pasa, ya sabréis cómo actuar.
Después
de volver de trabajar, como cada medio día, he bajado a Dualla a que trotase un
poco por el parque. Vivo en una zona rodeada de ellos, así que tengo donde
elegir. El azar me ha llevado a uno que bordea varios campos de fútbol. En un
momento determinado, se ha puesto así:
No
le he hecho demasiado caso. Con cualquier novedad se sorprende. Hasta que he
reparado en que había una moto apoyada en una valla, en un sitio poco
accesible. Solo los que paseamos perros nos fijamos en sitios así. Al principio
me ha parecido que la habría dejado alguien poco cívico mientas hacía algún
recado, pero había una serie de señales extrañas. En primer lugar, estaba fuera
de cualquier ruta lógica. No hay cerca casas ni negocios. Si fuera de alguien
que estuviera pasando un rato con su pareja o mirando las cotorras invadir la
ciudad (de las que vuelan, digo, de las otras ya estamos invadidos) estaría
cerca. Así que me he acercado a mirarla de cerca:
La
moto olía a pintura barata negra, que no cubría bien los colores originales que
asomaban por debajo: rojo y azul. Su estado general era aceptable, hasta llegar
al clausor, que mostraba indicios claros de estar forzado, con una hendidura
longitudinal y abolladura en el centro. Vamos, que todo indicaba que estaba
robada, así que —y aquí viene el milagro maravilloso— he hecho lo que a nadie
se le había ocurrido antes: llamar al 091.
La policía que me ha atendido, amable y profesional, enseguida me ha confirmado
que el vehículo estaba robado. Su dueño había denunciado la sustracción esa
misma mañana, después de dejarla bien aparcada la noche anterior.
Así,
pues, la Sala ha despachado un vehículo zeta
que pronto se ha presentado y se han hecho cargo del asunto. En menos de media
hora desde que han aparecido, el dueño, un chaval, ha llegado más ilusionado
que enfadado y todo ha acabado bien.
Luego,
hablando con otros dueños de perros, me han contado que han visto la moto ahí
desde al menos las siete de la mañana. A nadie se le ha ocurrido descolgar el
teléfono. Cuesta poco esfuerzo y haces feliz a alguien. Seguro que en caso
contrario todos querríamos que recuperasen nuestro vehículo.
¿Y
la moraleja? Que llamar al 091 cuesta muy poco y estás ayudando a alguien. Que
si todos fuésemos un poco más solidarios, mejor nos iría.
*Una pequeña licencia me he permitido: por
mi condición, he llamado a un compañero antes que me ha confirmado que la motocicleta estaba sustraída. La mayor
parte de los mortales no tenéis ese privilegio, pero tampoco es necesario. Y
paseando al perro ni siquiera he perdido tiempo porque de todas formas iba a
estar en la calle.