viernes, 12 de junio de 2015

Crítica de TV: Ascensión, una miniserie que promete algo más


       Tenía ganas de ver esta miniserie del canal Sci-Fi. Sabía poco más que su sinopsis: un grupo de personas fueron lanzadas al espacio en los años sesenta, durante la carrera hacia la Luna, con el propósito de colonizar Próxima Centauri y así, en caso de que la amenaza nuclear finalmente estallara, preservar la especie humana. Y una de sus protagonistas es Tricia Helfer, nuestra querida Número Seis de Battlestar Galactica. Prometía lo suficiente como para ver sus tan solo seis episodios que, en realidad —que nadie se llame a engaño— son el principio de una serie regular que ya veremos si se materializa.

         Desde el principio, hay algunas cosas que me chirrían, y aquí voy sin spoilers, que aviso cuando los vaya a meter, un poquito más tarde. En primer lugar, ¿gravedad artificial hace cincuenta años? ¡Si ni siquiera la tenemos hoy en día! Para que todos vayan pegaditos al suelo se me ocurren dos maneras: una, rotación de segmentos de la nave. Eso se ve con precisión que no es así en las tomas exteriores. La segunda manera sería mantener una aceleración constante de 1g durante la primera mitad del trayecto y en la segunda, dar la vuelta a la nave y realizar un frenado por ese mismo valor. De esta manera solo estarían flotando el tiempo de cambio de vector y al final, al llegar a su destino. Esa teoría también tiene una pega: después de cincuenta años de esa aceleración, habrían superado y por mucho la velocidad de la luz, algo que sabemos que es imposible con la física newtoniana y que, de serlo, necesitaría de mucha más energía de la que la nave puede generar, porque llevar combustible para cien años de aceleración no es moco de pavo. Por suerte, esto sí queda explicado.
         La segunda pega que tiene es el suministro infinito de todo tipo de necesidades que parecen tener. Supongo que habrá cultivos hidropónicos con los que alimentar a los animales que van sacrificando (algo poco eficiente, pero vaya...), pero la ropa, los medicamentos, los perfumes y los productos químicos que tan alegremente malgastan me cuesta mucho pensar que puedan tenerlos almacenados un siglo sin que se degraden.
         También se puede hacer una protesta sobre la tecnología que usan: vale, las televisiones son en blanco y negro... pero la profusión de monitores, ordenadores portátiles vintage y un montón de cachivaches extra muestran a las claras que son objetos modernos que en tiempos de Kennedy no estaban ni imaginados, por lo que es difícil que los hayan pensado y desarrollado en tan limitado ambiente.
         Por último, está el problema de la sociedad en sí: son solo seiscientas personas y están altamente jerarquizados. No solo hay mandos "militares" (aunque no queda clara su naturaleza, puesto que parecen elegidos) y consejeros civiles, sino, además, una red de prostitución legal a la que se apuntan con alegría las mejores jovencitas y un desprecio notable por las "cubiertas inferiores", en las que se llevan a cabo las tareas fundamentales para la supervivencia a bordo. La analogía más parecida a un grupo humano tan reducido son pueblos de montaña... y en nada se parecen a eso. Es mucho más fácil organizar a esa escasa cantidad de gente y no necesitas esas distinciones. Como tampoco es normal que tengan decenas de guardias de seguridad. Se supone que son científicos y sus descendientes... y hay más vigilantes que vigilados. No me cuadra.
         Una vez dicho eso, queda la trama: está bien. Es entretenida. El último capítulo, de hecho, es frenético. Pasan muchas cosas y apuntan muchas otras. De momento parece que no va a haber que tomarle demasiado cariño a NINGÚN personaje y hay muchas preguntas, unas cuantas de ellas sobrenaturales, que están buscando una respuesta. He pasado momentos de miedo de esos de carne de gallina y otros de tirarse de los pelos por la estupidez —lógica— de algún personaje. Los juegos de poder son quizá la parte más floja, porque ni siquiera quedan bien definidos y nunca sabemos con exactitud qué es lo que hace o debe hacer cada uno de los "mandos" (que, junto con los seguratas, parece que son la mayoría de la "población"; si sumamos los trabajadores manuales, no sé quién queda para hacer cosas de científicos).

         En resumen: a pesar de sus fallos y sus pegas, me ha entretenido lo bastante, con su doble foco en la Tierra y la nave Ascensión como para desear una segunda temporada. A ver si la hacen...

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